domingo, 27 de marzo de 2011

Free Bird

Billy empieza a marcar el camino, una pequeña estructura tan delicada como perfecta, cuando entran los tambores que advierten de lo que está por llegar. Golpes secos, muy marcados, los cuales dejan suficiente espacio para que la suavidad e inocencia de los píos combinen con la fuerza y la contundencia de los parches y los platos.

Empiezan a llegar los elementos, un riff que pasará a la prosperidad y Ronnie cantándole a Duane allá donde esté. Ya están todos jugando, el climax se ha creado, ¡Sálvese quien pueda!... and this bird you cannot change.

Turno para las afiladas guitarras que siguen explicando por qué estamos aquí. Punzantes, eléctricas, absorbentes seis cuerdas que dan paso de nuevo a Billy. Te haces pequeño, te abrazas a ti mismo, un solo de piano que demuestra que sí podemos volar y te preguntas ¿existen los malos pensamientos? Suavidad, sutileza, relax, paz, tantas buenas sensaciones salidas del blanco y negro cuando piensas, el mundo es maravilloso.

Y vuelta a la carga, la batalla final se acerca, vuelven todos los elementos, un tempo que está a punto de explotar, la tensión está llegando al nivel más álgido, agárrense bien... and this bird you cannot change, ¡Booom!

No hay marcha atrás, ya estás dentro. Cierras los puños, aprietas los dientes, te golpean, gritas, has perdido el control, no eres dueño de tu cuerpo. Sufres, pero te gusta. No quieres abrir los ojos porque piensas que ya nada será igual. Una apisonadora de 40 toneladas está arrasando con todo, no quieres que acabe pero llega el final, la banda ya no puede tocar más fuerte y lanza sus últimos cartuchos. Estás agotado, solo puedes levantar los brazos y exclamar: ¡Qué barbaridad!

martes, 8 de febrero de 2011

Adiós al hombre que paraba el tiempo con su guitarra. Gary Moore (1952-2011)

El cielo está llorando, otra vez, como lo ha hecho ya en demasiadas ocasiones. Llora cuando uno de los grandes deja este mundo para reunirse con sus colegas en un firmamento donde cada vez hay más estrellas que, aunque ya no estén entre nosotros, nunca dejarán de brillar gracias al legado que nos dejaron en forma de música.

Esta vez el elegido ha sido Gary Moore, uno de los músicos más prolíficos y afamados salidos de Irlanda, a la vez que uno de los guitarristas que pertenecen a ese selecto club de los que son capaces de hacer llorar a un objeto inanimado de seis cuerdas. Se fue demasiado pronto, con 58 años, como muchos otros que partieron antes de que llegara su hora por causas tan diferentes como irrelevantes.

Gary Moore no solo llevaba el blues en la sangre, sino que era capaz de transmitirlo cada vez que se colgaba su Les Paul. Su dominio del instrumento le hizo ser una referencia en distintos géneros musicales, aunque a fin de cuentas todo es lo mismo, pues el músico de Belfast se dedicaba a hacer que quien le escuchara pudiera sentir la música, tanto en forma de la balada más profunda, como rasgando los acordes más duros y distorsionados.

Nos deja una herencia de más de 30 discos y colaboraciones con grandes nombres de la familia musical como B.B. King, Albert Collins, Jack Bruce o su compatriota banda Thin Lizzy. Siempre tendremos la ocasión de disfrutar joyas como 'Parisienne Walkways' donde Gary era capaz de parar el tiempo durante medio minuto con una sola nota, para luego hacer llorar a su guitarra hasta el final del tema.