domingo, 28 de marzo de 2010

Vuelve Dylan

El próximo 24 de junio Bob Dylan volverá a actuar en Barcelona. Será en el Poble Espanyol, un recinto pequeño pedido expresamente por el artista (ya ha actuado allí en otras tres ocasiones). Las entradas cuestan 58,40 euros aunque podrían ponerse a la venta boletos más caros para una posible grada que se montaría para la ocasión, según ha informado la promotora Riff Music.

Es una muy buena ocasión para ver de cerca al genio de Minnesota. Un recinto pequeño, más o menos íntimo, con el cielo como téstigo pues será al aire libre y un agradable decorado como son las casas que forman el Poble Espanyol. Pero, aviso para navegantes: Dylan es imprevisible.

Todos los que conocemos a Dylan sabemos que siempre hace lo que le apetece cuando quiere, y encima de los escenarios no va a ser una excepción. Hemos escuchado directos memorables como el Live 1966 o At Budokan (1978) en los que el músico y su banda se salen, y apariciones estelares junto a The Band, Tom Petty o Grateful Dead donde se ve al mejor Dylan.

Pero en los últimos años, el autor de Like A Rolling Stone ha ofrecido una serie de recitales, cuanto menos difíciles de comprender. Hablando con experiencia propia, he visto a Dylan no moverse de detrás de los teclados en un concierto entero y no intentar ningún tipo de interacción con el público, he tardado más de medio minuto en reconocer que la canción que estaba interpretando era The-Times-They-Are-A-Changing.

En diciembre de 2005, el músico de Duluth dio una serie de conciertos el el Brixton Academy de Londres. Tuve la suerte de asistir al primero de ellos y a la mitad del show salí de la sala, fui al baño y tome una copa antes de volver a entrar. Las críticas de los periódicos del día siguiente me dieron la razón y tacharon el concierto de aburrido y sin expresión ni sentimiento. Aunque cabe decir que la interpretación que hizo de Señor al comienzo de la actuación todavía me pone la piel de gallina.

Sin embargo el concierto que dio el siguiente día fue aclamado por crítica y público y calificado de genial e intenso espectáculo por los mismos medios que el día antes lo habían criticado. Por ese motivo nunca sabes que te puedes encontrar en un concierto de Mr. Zimmerman, así que mejor no crearte ningún tipo de expectativas y estar preparado para cualquier cosa. A pesar de todo es Bob Dylan y se va a poder ver a pocos metros de distancia, siempre será una ocasión especial.

domingo, 14 de marzo de 2010

Pink Floyd vs EMI

El Alto Tribunal de Londres ha dictado una sentencia favorable al grupo británico Pink Floyd contra la forma de vender sus canciones por parte del sello EMI. La discográfica vendía temas de la banda de manera individual, cuando en su contrato contractual se especifica que el material de Pink Floyd solo se puede comercializar en su formato original, es decir, sus álbumes completos.

Pink Floyd ha evitado a lo largo de su carrera sacar singles, ofreciendo sus creaciones en forma de álbumes como obras de una sola pieza. Esto puede suponer una primera victoria para conseguir que los artistas tengan más poderes sobre sus creaciones que las discográficas, pues sería lo más lógico porque cuando alguien crea una obra, es éste quien decide cómo ofrecerla como forma artística, no como producto de mercado.

Además tiene sentido la reclamación de la banda de querer mantener los discos como un conjunto, ya que solo hay que escuchar sus álbumes para entenderlos como piezas que forman una unidad con sentido, de hecho muchas veces no hay pausa entre diferentes cortes de sus Lp’s. Por el contrario, también se podría argumentar poniendo como ejemplo alguno de los discos recopilatorios que ha puesto a la venta el grupo británico, ya que son canciones sueltas extraídas de diferentes álbumes, aunque estas recopilaciones las han montado los propios miembros de la banda formando de nuevo conjuntos de temas en una única pieza. Sea como fuere, el artista siempre debería decidir el modo en que se vende su obra.

miércoles, 10 de marzo de 2010

'The Last Waltz' (Martin Scorsese - The Band)

Posiblemente la mejor película-documental-concierto musical jamás grabado, tal vez sobra el posiblemente. Un reparto de lujo con unos actores principales (The Band) inconmensurables, y todo ello dirigido por un apoteósico Martin Scorsese. Quien no haya visto nunca The Last Waltz tiene un vacío musical tan grande que es necesario perder dos horas de su tiempo delante de una pantalla para que se pueda comprender, pues no se puede explicar con palabras.

Cuando en 1976 el grupo canadiense The Band decidieron poner fin a su carrera juntos pensaron en hacer un concierto de despedida al que invitarían a Ronnie Hawkins y Bob Dylan, las dos personas que habían jugado un papel decisivo en la carrera musical de la banda. A partir de aquí, el número de grandes músicos que iban a participar en la fiesta aumento tan rápido como inesperado, hasta el punto que entró en el juego el director de cine Martin Scorsese que se encargaría de grabar el acontecimiento.

Scorsese, aunque no sea una sorpresa, realizó un trabajo excepcional, sublime, extraordinario, cualquier adjetivo se queda corto para ilustrar el resultado conseguido cuando la película vio la luz. El director estadounidense montó la obra con entrevistas a los componentes de The Band, combinadas con el famoso concierto y algunas grabaciones de los días anteriores durante los ensayos, consiguiendo momentos míticos que han pasado a formar parte de la historia de la música.

This film should be played loud” (Esta película debe verse a todo volumen) es la nota informativa que aparece antes de la primera escena (cuando se acaba de ver el film estará completamente de acuerdo, se lo aseguro). Es la manera que el director utiliza para decir: “Prepárense, empieza la acción”. No se equivoca. Tras esto la última canción del concierto, sí, el último bis de un show que duró en realidad más de cuatro horas. Extraño pero mágico. Después un sin-parar de invitados compartiendo escenario con la banda canadiense: Eric Clapton, Neil Young, Van Morrison, Joni Mitchel, los mencionadaos Ronnie Hawkins y Bob Dylan, un portentoso Muddy Waters explotando el clásico del blues Manish Boy, y otras muchas estrellas de la música. Todo ello entremezclado con las anécdotas y confesiones de los cinco miembros de The Band: Robbie Robertson, Rick Danko, Levon Helm, Garth Hudson y Richard Manuel.

Fueron más de cuatro horas de concierto, aunque evidentemente no se pudieron registrar todos los momentos, pues la tecnología de entonces no era igual que la actual y no había cintas de esa longitud. Sí existe una edición en CD con más canciones de las que aparecen en la película, igual de recomendable. The Last Waltz es una obra maestra que ya forma parte de las películas que han de haber sido vistas para todo aquel que ame la música. Pasen y vean, no se arrepentirán.

martes, 9 de marzo de 2010

'I'm not there' (Todd Haynes)

No apta para todos los públicos. Y no es que I'm not there muestre escenas con un alto contenido sexual o violento, lo que sucede es que la película de Todd Haynes (Velvet Goldmine-1998-, Lejos del cielo-2002-) no se puede comprender, y por tanto disfrutar si no se es conocedor de la vida y obra de Bob Dylan. En esta ocasión, Haynes ofrece versiones de Dylan en diferentes etapas de su vida, encarnado por otros tantos actores.
Woody es un niño de once años, admirador de Woody Guthrie, que siempre está huyendo, Robbie es un artista que vive en la carretera, John es el primer Dylan folk que cambia su nombre a Jack cuando se convierte al cristianismo, Arthur es un poeta callejero, Billy es la reencarnación de Billy the kid, mientras Jude es el joven Dylan experimentando con las drogas y conquistando el Reino Unido. Ésta última es la actuación más destacable de la película. Cate Blanchett encarna a Dylan en su etapa más controvertida de una forma excelente, no en vano estuvo nominada al Oscar por este papel.

Durante el film se entremezclan diferentes etapas de la vida de Bob Dylan haciendo hincapié en algunos momentos que ya han pasado a formar parte de la historia de la música y del arte en general, bien sea con copias casi exactas de lo que sucedió alguna vez o con guiños a situaciones que se produjeros a lo largo de la vida del genio de Duluth (Minniesota). Así aparece el famoso día en que el músico salió al escenario del festival de Newport con una guitarra eléctrica, y fue objeto de abucheos (todavía no se sabe a ciencia cierta si realmente fue así), o cuando un espectador le gritó "Judas" durante su show en Manchester en la gira junto a The Band de 1966.

También es destacable la mención que se hace a diversos personajes que han tenido alguna relación con Dylan a lo largo de su vida. Interpretaciones de Joan Baez, Brian Jones, The Beatles, Fegerico Fellini o la cantante alemana Nico son algunos ejemplos de momentos clave en la carrera del músico. Una vez más se hace necesario conocer unos cuantos datos biográficos para hacer buenas interpretaciones de las escenas en cuestión.

I'm not there es un retrato de cómo la sociedad ha tratado a Dylan a través de los fans, la prensa o las diferentes clases sociales y, al mismo tiempo, de cómo Dylan se ha escabullido de éstos con ingenio e ironía. Haynes expone las diferentes piezas de un puzle, que el espectador que sabe de qué se está hablando, hace encajar para formar diferentes historias dentro de una sola: la camaleónica vida de Bob Dylan.

En cuanto a la música no es necesario ser gran conocedor de la historia del polifacético artista, pues toda la película transcurre entre canciones del autor de Blowin' in the wind, ya sean en su formato original o en versiones que hicieron otros para esta adaptación. En conclusión, I'm not there es un notable ejercicio para tratar de explicar la vida de Bob Dylan de una manera que puede parecer bizarra, pero que en realidad lo que precisa es de buenos entendedores.

martes, 2 de marzo de 2010

Triste TVE

Triste, muy triste fue lo que sucedió durante el espectáculo que ofreció Televisión Española para elegir quién iba a ser nuestro representante en el festival de Eurovisión. La actuación de John Cobra fue simplemente lamentable. Mario Vaquero, su verdadero nombre, se encaró con el público que asistió a los estudios Buñuel de RTVE después de que los allí presentes le propinaran un sonoro abucheo tras concluir su actuación con la canción Carol. Vaquero, que estuvo más de dos años en la cárcel por agresión, se enfrentó al público echando mano de su entrepierna y clamando actos obscenos.

El comportamiento de John Cobra ya ha sido comentado, criticado y descalificado demasiadas veces desde el momento en que acabó su actuación, pero ¿realmente toda la culpa de lo sucedido recae en el rapero? Hay varios puntos a considerar en el momento en que alguien, bien sea una persona o una empresa, decide hacerse responsable de todo un proceso de selección a nivel nacional. Esto toma más importancia si se está hablando de un medio de comunicación y, especialmente, de la televisión pública de un país.

Siempre se debería tener en cuenta la calidad de los contenidos que emiten los medios de comunicación y, insistiendo una vez más, una televisión pública. Durante la programación de TVE se pueden encontrar contenidos de una gran calidad y responsable dedicación a la hora de su elaboración, programas dirigidos por buenos profesionales con muy buena documentación. Televisión Española gasta dinero en corresponsales e investigación y se preocupa de ofrecer una información contrastada y de calidad. Tal vez se deberían plantear la aptitud de los concursantes en el festival de Eurovisión, quizás bastaría con mirar los últimos años.

La selección de los participantes en el festival ha estado completada en las últimas ediciones por gente que venía de un reality show, Operación Triunfo, o con una estética parecida. El punto más elocuente lo propició la elección de Chikilicuatre para representar a España hace dos años, un invento de una compañía de humor que no hizo sino poner en evidencia la cultura musical de este país o la importancia que le dan los españoles al festival de Eurovisión, pues es evidente que Chikilicuatre era una burla con todas las letras. A pesar de esto, parece que la televisión pública española no escarmentó.

RTVE cuenta en sus filas con profesionales de muchos y muy diversos ámbitos, entre ellos periodistas y críticos musicales. No se puede adivinar el futuro, ni el comportamiento que van a tener personas ajenas a la televisión en un programa en directo, pero sí se puede seleccionar quién va a participar en esos directos. En el caso de John Cobra nunca se le debería haber dejado participar por su canción, no hace falta ser un gran experto en música para valorar la calidad de Carol. Hay muchos músicos de verdad buscando una oportunidad, para que TVE deje actuar a este personaje en horario de prime time.

Observando la dedicación y la importancia que se le ha dado a este proceso de selección del representante español en el Festival de Eurovisión por parte de Televisión Española, se deduce que en algunos momentos se les olvida la verdadera función de una televisión pública, que es informar, educar y entretener, ofreciendo unos contenidos de calidad, diversidad y respeto. En el caso de estas galas anuales parece que el mayor interés es conseguir los mayores índices de audiencia que sea posible, olvidándose de los principios básicos de una televisión pública.

Alguien puede buscar una excusa argumentando que este tipo de programas son entretenimiento, que están dentro de los contenidos que puede ofrecer la televisión pública, pero si esto supone vulnerar la obligación de mostrar contenidos de cierta calidad y respeto se debería de plantear de otra manera. Retransmitir una actuación como la de John Cobra, tal vez se pueda considerar como entretenimiento, pero no solo deja de ser educación y cultura, si no que pasa a ser antieducación y anticultura.

El presidente de RTVE, Alberto Oliart, anuncio tras el lamentable espectáculo, que TVE adoptará medidas para las próximas ediciones de Eurovisión. Oliart afirmó que se cuidarán de impedir que prosperen candidaturas que no reúnan “una mínima calidad musical”. Pero la verdad es que para el próximo año volveremos a ver una gala de unas características similares: gran escenario con gran espectáculo pero, aunque ningún personaje como John Cobra, lleno de triunfitos y triunfitas, y si no, el año que viene se comprobará, tiempo al tiempo.